Jonathan Edwards y el Gran Despertar – El Gran Avivamiento del S. XVIII

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Capítulo I

“Hace dos siglos que el mundo habla del famoso sermón: Pecadores en las manos de un Dios airado, y de los oyentes que se agarraban a los bancos pensando que iban a caer en el fuego eterno. Ese hecho fue solamente uno de los muchos que ocurrieron en aquellas reuniones, en que el Espíritu Santo desvendaba los ojos de los presentes, para que contemplaran las glorias de los cielos y la realidad del castigo que está bien cerca de aquellos que están alejados de Dios. Jonatán Edwards fue la persona que más sobresalió en ese avivamiento que se llamaba el «Gran despertamiento». Su vida es un destacado ejemplo de consagración al Señor para el mayor desarrollo del entendimiento, y sin ningún interés personal, de dejar al Espíritu Santo que hiciera uso de ese mismo entendimiento como un instrumento en sus manos. Jonatán Edwards amaba a Dios, no solamente de corazón y alma, sino también con todo su entendimiento. «Su mente prodigiosa se apoderaba de las verdades más profundas.» Sin embargo, «su alma era de hecho un santuario del Espíritu Santo». Bajo una calma exterior aparente, ardía el fuego divino, como un volcán. Los creyentes de hoy le deben a ese héroe, gracias a su perseverancia en orar y estudiar bajo la dirección del Espíritu, el retorno a varias doctrinas y verdades de la iglesia primitiva…»     (Biografía de Grandes Cristianos – Orlando Boyer)

jonathan edwards - diarios de avivamientos

Jonathan Edwards

«Pero ¿cuáles fueron las doctrinas que la iglesia había olvidado y cuáles las que Edwards comenzó a enseñar y a observar de nuevo, con manifestaciones tan sublimes? Basta una lectura superficial para descubrir que la doctrina a la cual dio más énfasis, fue la del nuevo nacimiento, como una experiencia cierta y definida en contraste con la idea de la Iglesia romana y de varias denominaciones, de que es suficiente aceptar una doctrina. Un gran número de creyentes despertó ante el peligro de pasarse la vida sin tener la seguridad de estar en el camino que lleva al cielo, cuando, en realidad, estaban a punto de caer en el infierno. No se podía esperar otra reacción sino que aquellos que fueron despertados se llenaran de gran espanto. El evento que marcó el comienzo del Gran Despertamiento, fue una serie de sermones predicados por Edwards sobre la doctrina de la Justificación por la fe, que hizo que los oyentes sintieran la verdad de las Escrituras, de que toda boca permanecerá cerrada en el día del Juicio final, y que «no hay nada absolutamente que, por un momento, evite que el pecador caiga en el infierno, a no ser la buena voluntad de Dios”… Para nosotros, la vida de Jonathan Edwards es una de las muchas pruebas de que Dios no quiere que despreciemos las facultades intelectuales que él nos concede, sino más bien que las desarrollemos, bajo la dirección del Espíritu Santo, y que se las entreguemos desinteresadamente para su uso exclusivo.  (Biografía de Grandes Cristianos – Orlando Boyer)

El Gran Despertar – El Avivamiento que marcó la historia del cristianismo.

“Uno de los movimientos más influyentes en este moderno período era el avivamiento religioso de la primera mitad del siglo XVIII. En Inglaterra era conocido como el Avivamiento Wesleyano, en América, como el Gran Despertar.” (Robert A. Baker – Compendio de la Historia Cristiana)

John Wesley - Diarios de Avivamientos

John Wesley

Charles Wesley - Diarios de Avivamientos

Charles Wesley

misioneros moravos - Diarios de Avivamientos

misioneros moravos

 

 

 

 

 

 

El Siglo XVIII significó un avivamiento a nivel global, en Europa este avivamiento estuvo representado por el conde Zinzendorf y los Moravos, los hermanos John y Charles Wesley y los metodistas, y en ambos lados del Atlántico por el evangelista George Whitefield. La condición de las iglesias en Norte América era igual de decadente que lo había sido en Europa hasta la irrupción de los predicadores que mencionamos anteriormente. El fuego del movimiento puritano se había apagado, solo quedaba el dogma rígido, las congregaciones se habían tornado sin vida, la espiritualidad había dado paso a la fría religiosidad.

Conde Nikolaus Zinzendorf  - Diarios de Avivamientos

Conde Nikolaus Zinzendorf

“Durante el siglo XVIII las colonias británicas en Norteamérica vieron una serie de movimientos semejantes al despertar en la piedad personal en Europa. Hubo cierta conexión entre ambos, puesto que George Whitefield fue uno de los predicadores más influyentes en el nuevo mundo, y Francis Asbury y otros también trajeron el metodismo wesleyano a través del Atlántico. Pero había también ciertas condiciones en las colonias que requerían soluciones semejantes a las que ofrecían los pietistas, moravos y metodistas. También allí la religión se había estancado dentro de las iglesias y sus propias ortodoxias mientras había una vasta población que todavía conservaba la fe cristiana pero tenía muy poca relación con iglesia alguna. La respuesta a tal situación fue un movimiento semejante a sus contrapartes europeas en su insistencia en la piedad personal y la salvación, pero diferente por cuanto cruzó todas las líneas  denominacionales y contribuyó así a darle forma al cristianismo protestante en lo que después serían los Estados Unidos. La teología de los diversos movimientos que se incluyen bajo el nombre general de «Gran Despertar» variaba de grupo en grupo. En la práctica, sin embargo, todos estos movimientos eran semejantes en su énfasis sobre la conversión, la experiencia personal, la lectura privada de la Escritura, y en su tendencia hacia la adoración entusiasta. El teólogo más importante del Gran Despertar fue Jonatán Edwards (1703-1758)” (Justo L. González – Historia del Pensamiento Cristiano Tomo III)

“Es imposible evaluar el grado del poder de Dios, derramado para despertar a millares de almas para la salvación, sin antes recordar las condiciones que prevalecían en las iglesias de Nueva Inglaterra y del mundo entero en aquella época. ¿Quién hasta hoy no se admira del heroísmo de los puritanos que colonizaron los bosques de Nueva Inglaterra? Sin embargo, esa gloria había quedado atrás y la iglesia, indiferente y llena de pecado, se encontraba cara a cara con el mayor desastre. Parecía que Dios no quería bendecir la obra de los puritanos, obra que existió únicamente para la gloria de Dios. Por eso, en el mismo grado que había habido coraje y ardor entre los pioneros, había entre sus hijos perplejidad y confusión. Si no podían alcanzar de nuevo la espiritualidad de la iglesia, sólo les quedaba esperar el juicio de los cielos.”   (Biografía de Grandes Cristianos – Orlando Boyer)

John Eliot misionero puritano a los nativos americanos - Diarios de Avivamientos

John Eliot misionero puritano a los nativos americanos

Escenario histórico

 “El siglo XVIII trajo a Norteamérica las mismas corrientes pietistas que ya hemos visto en Europa y en Inglaterra. Los presbiterianos, por ejemplo, se vieron divididos por una controversia entre los del «bando antiguo», que exigían ante todo una adherencia estricta a las decisiones de Westminster, y los del «bando nuevo», para quienes la experiencia de la gracia redentora era primordial. Aunque a la postre los dos partidos volvieron a unirse en una sola organización eclesiástica, por algún tiempo la controversia dio en cisma. Y lo que agudizó ese cisma fue la ola pietista que recibe el nombre de «Gran Avivamiento».                 Desde fecha muy temprana, algunos entre los colonos norteamericanos habían insistido en la importancia para la vida cristiana de una experiencia personal. Pero ese énfasis cobró mayor ímpetu con una serie de acontecimientos que tuvieron lugar a partir de 1734. En esa fecha aparecieron en Northampton, Massachusetts, las primeras manifestaciones del Gran Avivamiento. El pastor de esa ciudad era Jonathan Edwards, quien se había formado intelectualmente en la Universidad de Yale y era calvinista convencido. Pero, con los del «nuevo bando», Edwards creía también en la necesidad de una experiencia personal de conversión, y él mismo la había tenido. Edwards llevaba varios años predicando en Northampton sin obtener resultados sorprendentes, cuando él mismo se maravilló al ver la respuesta que su predicación comenzó a provocar. Sus sermones no eran excepcionalmente emotivos, pero sí subrayaban la necesidad de una experiencia de convicción de pecado y de perdón por parte de Dios. En ese año de 1734, las gentes empezaron a responder, algunos con demostraciones de profunda emoción, y muchos con un cambio de vida notable, y con una profundidad de devoción hasta entonces insólita. En unos pocos meses, el movimiento barrió la comarca, y llegó hasta Connecticut.           Pronto las experiencias extraordinarias se hicieron menos frecuentes, y a los tres años habían cesado por completo. Pero siempre quedó el recuerdo de aquel avivamiento, y la esperanza de que volviera a surgir.   (Justo L. González Historia del Cristianismo Tomo II)

George Whitefield

Poco después, Jorge Whitefield visitó Nueva Inglaterra, y su predicación causó gran revuelo y nuevas experiencias de conversiones unidas a un profundo sentimiento de arrepentimiento y de gozo. Edwards, a pesar de ser congregacionalista, invitó al anglicano Whitefield a predicar en su iglesia, y se dice que mientras el visitante predicaba el pastor lloraba. A partir de entonces el Gran Avivamiento cobró fuerzas.                                           Los ministros del «bando nuevo» entre los presbiterianos se sumaron a él. Al mismo tiempo que algunos predicadores seguían el ejemplo de Whitefield, e iban predicando de lugar en lugar, muchísimos pastores locales de diversas tradiciones (anglicanos, presbiterianos y congregacionalistas) comenzaron a predicar con nuevos bríos en sus propias iglesias, y allí también tuvieron lugar escenas extraordinarias. Las gentes se arrepentían de sus pecados en medio de lágrimas, daban gritos de alborozo por el perdón alcanzado, y algunas hasta se desmayaban. Por razón de tales experiencias, sus enemigos acusaron al Gran Avivamiento de destruir la solemnidad del culto divino, y colocar la emoción en lugar del estudio y la devoción. Pero tal acusación no era del todo cierta, pues muchos de los dirigentes del movimiento no eran personas particularmente emotivas, y en todo caso lo que se buscaba no era que los creyentes tuvieran constantes experiencias religiosas. Se trataba más bien de una experiencia que tenía lugar de una vez por todas, y que debía llevar a quien la tenía a una mayor devoción y más cuidadoso estudio de las Escrituras. En sus mejores manifestaciones, lo que el gran Avivamiento buscaba no era convertir el culto en una serie de experiencias emocionales, sino hacer que las gentes tuvieran una experiencia que le diera nuevo sentido al culto y a la doctrina cristiana.     Esto puede verse en los sermones de Jonathan Edwards. No se trata en ellos de un llamado a la emoción, sino todo lo contrario, de sermones altamente doctrinales en los que se discuten las más profundas cuestiones teológicas. La emoción era importante para Edwards. Pero esa emoción, que llegaba a su cima en la experiencia de la conversión, no debía ocultar la necesidad de la recta doctrina ni del culto racional que Dios demanda.   Los principales jefes del Gran Avivamiento eran calvinistas convencidos. Ya hemos mencionado los conflictos de Whitefield con Wesley sobre este punto. Jonathan Edwards escribió sólidas defensas de la doctrina de la predestinación, a base de la filosofía más avanzada de la época. Pero a la postre las denominaciones que más provecho recibieron no fueron los presbiterianos ni los congregacionalistas, sino los bautistas y los metodistas.    Al principio, los bautistas se opusieron al avivamiento, que les parecía frívolo y superficial. Pero el hecho fue que el avivamiento inclinó a muchas gentes hacia posiciones que concordaban con las de los bautistas. En efecto, si el tener una  experiencia de conversión era tan importante para la vida cristiana, cabía poner en duda el bautismo de niños. Luego, muchas personas de origen presbiteriano o congregacionalista, llevadas por el énfasis del avivamiento sobre la experiencia personal, acabaron por negar el bautismo de párvulos, se rebautizaron y se hicieron bautistas. Frecuentemente, fueron congregaciones enteras las que dieron ese paso.                                                                            Así, aunque al principio la mayoría de los bautistas de las colonias eran «bautistas generales», es decir, no calvinistas, tras el avivamiento los más eran «particulares». Además; tanto los metodistas como los bautistas se sintieron impulsados por el Gran Avivamiento hacia las nuevas fronteras. En esa época, los blancos se adentraban cada vez más en el país, y fueron los bautistas y los metodistas quienes, gracias al espíritu del Gran Avivamiento, tomaron sobre sí la tarea de predicarles y proveerles vida eclesiástica. Esa fue la principal razón por la que pronto esas dos denominaciones fueron las más numerosas en los nuevos territorios.” (Justo L. González Historia del Cristianismo Tomo II)

“Puede reconocerse que un movimiento como el Gran Despertar agitara otra vez el divisivo asunto de la experiencia de conversión. Jonatán Edwards fue una de las figuras sobresalientes del avivamiento. Su profunda piedad, mezclada con un profundo pensamiento filosófico, hicieron de él uno de los primeros pensadores religiosos de América. Su iglesia de Northampton, Massachusetts, fue el centro del avivamiento en 1734. Sin embargo, no todos los congregacionalistas siguieron a Edwards. De las iglesias que no favorecían el avivamiento, se separaron algunos grupos minoritarios que insistían en una experiencia de conversión y formaron iglesias “Nueva Luz” o iglesias “Separadas”. Algunas de ellas adoptaron después la inmersión y se convirtieron en iglesias bautistas.” (Robert A. Baker – Compendio de la Historia Cristiana)

“En general, los resultados que comúnmente se esperan de un avivamiento general estaban presentes: muchas conversiones, fortalecimiento de las iglesias, victorias éticas en la vida personal de la gente, e instituciones morales y de benevolencia, fundadas o fortalecidas. La educación cristiana fue promovida.” (Robert A. Baker – Compendio de la Historia Cristiana)

La vida de Jonathan Edwards

La Vida de Jonathan Edwards:

En 1703, En Windsor, a la ribera de Connecticut (Norte América) nacía Jonathan Edwards, entre diez hermanas fue el único hijo varón del Reverendo Timothy Edwards.

“Las fieles y religiosas instrucciones de sus padres lo hicieron desde su infancia un conocedor familiarizado con Dios y Cristo, con su propio carácter y deber, con el camino de la salvación, y con la naturaleza de esa vida eterna la cual, comienza en la tierra, y es perfeccionada en el cielo.”  (Timothy Dwight – fue nieto de Jonathan Edwards y presidente de la Universidad de Yale)

De niño, 6 o 7 años de edad, comenzó a sentir inquietud por las cosas espirituales, aunque lejos estaba aún de tener un encuentro profundo con Cristo, por el momento solo eran emociones pasajeras:

“…cuando yo era un niño, algunos años antes de que fuera al colegio, en el tiempo de un notable avivamiento en la congregación de mis padres, fui muy afectado durante muchos meses, y preocupado acerca de las cosas de la religión, y de la salvación de mi alma…Yo acostumbraba orar en secreto, cinco veces al día, y pasaba mucho tiempo en conversaciones religiosas con otros niños; y nos juntábamos para orar. Yo experimenté no sé qué clase de deleite en mi religión. Mi mente estaba muy comprometida en ello, y tenía mucha justicia propia y placer y era mi delicia el abundar en deberes religiosos. Yo junto con algunos de mis compañeros de escuela nos reunimos y construimos una cabaña en un pantano, en un lugar muy apartado, para usarla como lugar de oración. Y además yo tenía mis propios lugares secretos en el bosque, a donde yo acostumbraba a retirarme; y era de tiempo en tiempo muy afectado. Mis impresiones parecían ser viva y fácilmente movidas, y me parecía estar en mi elemento cuando me involucraba en deberes religiosos. Y estoy dispuesto a pensar que muchos son engañados con tales emociones, y tal clase de deleite como yo tenía en ese entonces en la religión, y la confundía con la gracia. Pero, al pasar el tiempo, mi convicción e impresiones se deterioraron, y yo perdí totalmente todas esas emociones y deleites y abandoné la oración secreta, por lo menos en cuanto a cualquier preferencia constante de ello. Y volví como un perro a su vómito, y proseguí en los caminos de pecado… Pero Dios no me permitiría seguir así tranquilamente. Tuve grandes y violentas luchas internas, hasta que después de muchos conflictos con las perversas inclinaciones, repetidas resoluciones y compromisos bajo los cuales me había puesto yo mismo, como una clase de votos a Dios, fui sanado totalmente para romper con todos los caminos perversos, y todas las formas de pecados carnales exteriores, y para dedicar mi vida a buscar la salvación, y a realizar muchos deberes religiosos pero sin esa clase de emociones y delicia las cuales yo anteriormente experimenté. Mi interés ahora trajo más luchas internas y conflictos y auto-reflexión. Yo hice el buscar mi salvación el asunto más importante de mi vida.”       (Diario Personal de Jonathan Edwards)

Jonathan fue creciendo física y espiritualmente, y sin tener aún cumplidos los diecisiete años se graduó del Colegio de Yale con las mejores notas.

“Mi mente estaba grandemente determinada en las cosas divinas: casi en perpetua contemplación de ellas. Ocupaba la mayor parte de mi tiempo pensando en las cosas divinas, año tras año, frecuentemente caminando solo en los bosques, y lugares solitarios para meditación, soliloquio y para conversar con Dios…Yo estaba casi constantemente en oración con clamor, en dondequiera que iba. La oración me parecía algo natural, como el aliento por medio del cual el fuego interno de mi corazón salía. Las delicias que ahora experimentaba en las cosas de la religión, salían de una manera grandemente diferente de aquellas que mencioné anteriormente, que tuve cuando era niño; y que en aquel entonces yo no tenía más entendimiento que uno que ha nacido ciego tiene de los colores agradables y hermosos. Estos eran de una naturaleza más internamente pura, de aliento para el alma y refrescantes. Aquellos deleites primeros nunca alcanzaron el corazón; y no se elevaron de ninguna visión de la divina excelencia de las cosas de Dios; o de cualquier cosa que satisfaga el alma o que sea dadora de vida que pudiera haber en ello. Mi entendimiento de las cosas divinas parecía aumentar gradualmente, hasta que fui a predicar a Nueva York; que fue un año y medio después de que esto comenzó. Y mientras estaba ahí las experimenté en una forma muy sensible, en un grado mucho mayor de lo que lo había sido antes. Mi búsqueda por Dios y la santidad incrementó mucho más… Sentía un deseo quemante de ser en todo, un cristiano completo; conformado a la bendita imagen de Cristo; y que pudiera vivir, en todas las cosas de acuerdo al puro, dulce, y bendito señorío del evangelio… Era mi lucha continua, día y noche, y un constante inquirir, sobre cómo podría ser yo más santo y vivir más santamente, y convertirme más en un hijo de Dios, y un discípulo de Cristo. Yo ahora buscaba un aumento de la gracia y santidad, y una vida santa, con más denuedo que nunca, yo buscaba la gracia antes de tenerla.       Acostumbraba examinarme continuamente estudiando y buscando caminos o medios similares de cómo podría yo vivir con mayor determinación, siendo más diligente y vehemente aún más de lo que había sido en la búsqueda de cualquier cosa en mi vida; pero esto lo hacía con una gran dependencia de mis propias fuerzas, las que después ocasionaron un gran daño en mí. Mi experiencia no me había enseñado como lo ha hecho desde entonces, mi extremada flaqueza e impotencia, cada camino y las profundidades sin fondo de la corrupción secreta y del engaño que había en mi corazón. Sin embargo, proseguí con mi ansiosa búsqueda en pos de más santidad y semejanza a Cristo.” (Diario Personal de Jonathan Edwards)

A los veinte años se consagra por completo a Cristo:

“El 12 de Enero de 1723, yo hice una solemne dedicación de mí mismo a Dios y lo escribí, entregándome a Dios sin dejar nada de mí, para que en el futuro no me preocupara de mí mismo. Para actuar como alguien que no tiene derecho a sí mismo, en cualquier aspecto. Y solemnemente juré tomar a Dios por mi total porción y felicidad, no mirando a nada más como parte de mi felicidad, ni actuar como si hubiere otra cosa. Y su ley como la constante regla de mi obediencia; comprometiéndome para luchar con toda mi fuerza contra el mundo, la carne, y el diablo, hasta el fin de mi vida. Pero tenía razón para ser infinitamente humilde, cuando consideraba cuánto había yo fallado en cuanto a responder a mi obligación.” (Diario Personal de Jonathan Edwards)

“Muy frecuentemente acostumbraba apartarme a un lugar solitario, en las orillas del río Hudson, a alguna distancia de la ciudad, para contemplación de las cosas divinas y conversaciones secretas con Dios y tuve allí, muchas dulces horas… Yo tenía entonces, y en otros momentos, el más grande deleite en las Santas Escrituras más que en cualquier otro libro no importando de que se tratara. Muchas veces al leer, cada palabra parecía tocar mi corazón. Alcanzaba una armonía entre algo en mi corazón y aquellas dulces y poderosas palabras. Muchas veces yo veía tanta luz emanando de cada oración, que me proporcionaban un alimento tan refrescante que no podía continuar leyendo, frecuentemente deteniéndome en una oración, para observar las maravillas contenidas en ella; de esta manera casi cada oración me parecía estar llena de maravillas.” (Diario Personal de Jonathan Edwards)

El joven Jonathan a la par que avanzaba en lo espiritual crecía en el conocimiento intelectual, llegando a ser dominar la filosofía, latín, el griego y el hebreo. El Diario Personal de Jonathan Edwards es famoso también por ir acompañado de las “Resoluciones”, es decir metas o propósitos que él se ponía ante sí, y luego se examinaba bajo la luz de ellas leyéndolas una vez a la semana para ver si las había cumplido. Veamos algunas de ellas, teniendo en cuenta que fueron escritas por un joven de no más de 20 años…..

…..Continuará en el próximo capítulo…..

Compilado y redactado por Gabriel Edgardo LLugdar para Diarios de Avivamientos – se puede usar libremente mencionando la fuente.

AL FINAL DEL PRESENTE ESTUDIO DE 3 CAPÍTULOS PODRÁS DESCARGARLO COMPLETO EN PDF:  «VIDA Y PENSAMIENTO DE JONATHAN EDWARDS»

Acerca de diariosdeavivamientos

Soy Gabriel, seguidor de Cristo. Vivo en Córdoba, Argentina. Amo la Historia de la Iglesia, desde la Patrística hasta nuestros días; y amo a la Iglesia, la militante y la victoriosa, la visible y la invisible, con sus luces y sombras; no soy imparcial, pero intento compartir lo que creo y pienso sin fanatismos ni sectarismos. Bienvenidos a mi blog.
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10 respuestas a Jonathan Edwards y el Gran Despertar – El Gran Avivamiento del S. XVIII

  1. Andrea dijo:

    Quiero descargarlo t.t

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  2. Daniel dijo:

    Muy interesante bendiciones

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  3. Andy dijo:

    Muy buena biografía me la dejaron para tarea de historia y me sirvió mucho

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  4. Yolanda dijo:

    ¡Hola, hermano! Me resultó sencillamente muy necesario y alentador leer algunas de estas biografías… ¡y más en estos terribles tiempos de apostasía que estamos viviendo!. ¡Qué Dios los siga guiando a fin de incrementar este servicio a nuestro Señor!
    Yolanda

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  5. Nadia Pinto dijo:

    Hermanos Dios les bendiga grandemente por este ministerio y por la información que publican…ha sido de gran bendición

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  6. eligio gonzales dijo:

    esta bueno … pero como descargar

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