Si la Iglesia no es un circo ¿necesitas un pastor o un payaso?

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pero hágase todo decentemente y con orden. (1 Corintios 14:40)

Si hay algo difícil para un ser humano es ser equilibrado, siempre tendemos a irnos a los extremos; y nos es difícil no caer inconscientemente en el fanatismo o la intolerancia. Esto nos pasa a los cristianos con el versículo que acabamos de leer, al cual muchos se lo saben de memoria y lo aplican a otros con extremo rigor; pero increíblemente sufren de amnesia con el versículo que le precede: 1 Corintios 14:39… ¿recuerdan que dice?…¿no?…pues ya tienen tarea para después de clase.

“Satanás divide al pueblo de Cristo y lo pone a pelear entre sí. Los cristianos riñen con gran fervor, como si esto fuera celo espiritual. El cristianismo se degenera en disputas sin sentido. Los partidos en pugna se abalanzan a extremos opuestos, dejando casi en el olvido el camino correcto que queda en medio de los dos.”    (Jonathan Edwards)

Pero vayamos ahora al versículo que nos toca hoy, el apóstol Pablo dice que todo se haga decentemente y con orden, obviamente los destinatarios de su carta, los corintios, habrán entendido perfectamente lo que quería decir; aunque convengamos que para un judío y un corintio los conceptos de decencia y orden no eran exactamente iguales, por cuestiones de cultura. 

Según la Real Academia Española el término decencia tiene las siguientes acepciones: 

1.  Aseo, compostura y adorno correspondiente a cada persona o cosa.

2. Recato, honestidad, modestia.

3. Dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas.

Es obvio que decencia y orden tienen mucho que ver con la cultura dentro de la cual pretendemos aplicar el mandato bíblico. Veamos un sencillo ejemplo: la barba

«¡Que afeminado es para el hombre afeitarse, peinarse con fineza y arreglarse delante del espejo afeitándose y rapándose la barba para que sean lisas sus mejillas! … Que la quijada tenga barba. Porque una barba amplia es lo apropiado para el hombre. Y si alguien se afeita, no debe afeitarse todo porque esto es una desgracia. También el bigote, por motivos de limpieza al comer, se recorta las puntas con tijera, pero sin afeitarlo lo cual sería indecoroso. Y sin tocar la barba de las quijadas… Aunque algunos se corten un poco la barba, no está bien afeitársela del todo, pues es un espectáculo vergonzoso, y también es reprobable afeitarse la barba a ras de piel, por ser una acción semejante a la depilación y hacerse imberbe.» (Clemente de Alejandría – 195 d.C.)

«Los hombres tienen sus propias vanidades y engaños así como el cortar la barba muy derecho, recortando unas partes y afeitando alrededor de la boca.» (Tertuliano – 197 d.C.)

«Entre sus costumbres (de los paganos) no había disciplina. Entre los hombres se rapaban la barba… Aunque está escrito: “No recorten su barba,” (Levítico 21:5) se rapan la barba y se arreglan el cabello… La barba no debe ser rapada. “No recorten su barba.” » ( Cipriano 250 d.C.)

«La naturaleza de la barba contribuye de modo increíble a distinguir la madurez de los cuerpos, el sexo y la belleza de la masculinidad y la fuerza». (Lactancio 304-313)

Como podemos ver, afeitarse la barba en tiempos de la iglesia primitiva era considerado algo indecente, es decir, a la mayoría de los pastores y predicadores de hoy día no les hubiesen dado el púlpito, por indecorosos. 

Cuando uno trata de determinar que es «orden» puede caer en el mismo error de los fariseos en el tiempo de Jesús. ¿recuerdan el pasaje en que los discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comer? ¿cual fue la reacción de los religiosos?

 Mateo 12:2 Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo.

La Ley prohibía trabajar en el día de reposo, pero ¿que era trabajar? Como la Ley no lo especificaba al detalle, como veremos a continuación; los rabinos creyéndose más santos que Dios, se lo inventaron. Aunque William Barclay era un teólogo liberal, es un erudito al que vale la pena consultar sobre estos temas, veamos que interesantes cosas dice en su comentario sobre el pasaje de los discípulos y las espigas:

 «Para los escribas y los fariseos el delito de los discípulos no era coger espigas y comerse los granos, sino el haberlo hecho en sábado. La ley del sábado era muy complicada y minuciosa. El mandamiento prohibía trabajar el sábado; pero los intérpretes de la Ley no se daban por satisfechos con esa simple prohibición. Había que definir lo que era un trabajo; así que se especificaron treinta y nueve acciones básicas que estaban prohibidas en sábado, y entre ellas figuraban segar, trillar, aventar y preparar una comida. Los intérpretes no estaban dispuestos tampoco a dejar así las cosas. Había que definir cuidadosamente cada entrada en la lista de trabajos prohibidos. Por ejemplo, estaba prohibido llevar una carga. ¿Pero qué era una carga? Una carga era cualquier cosa que pesara tanto como dos higos secos. Estaba prohibida hasta la menor insinuación de trabajo; hasta cualquier cosa que se pudiera considerar simbólicamente como un trabajo. Posteriormente, el gran maestro judío cordobés Maimónides había de decir: «Arrancar espigas es una especie de siega». En su acción los discípulos fueron culpables de mucho más que un sólo quebrantamiento de la Ley. Al arrancar las espigas eran culpables de segar; al restregarlas con las manos eran culpables de trillar; al separar el grano de la paja, probablemente soplando, eran culpables de aventar; y en todo ese proceso eran culpables de preparar una comida en sábado, porque todo lo que se hubiera de comer en sábado había que prepararlo el día antes.
Los judíos ortodoxos tomaban la ley del sábado con suma seriedad. El Libro de los Jubileos tiene un capítulo (el 50) acerca de la observancia del sábado. El que se acuesta con su mujer, o se propone hacer algo en sábado, o tiene intención de hacer un viaje (hasta la planificación de un trabajo estaba prohibida), o se hace el plan de comprar o vender, o sacar agua o levantar una carga es culpable. Cualquier persona que haga cualquier trabajo en sábado (ya sea en su casa o en cualquier otro lugar), o hace un viaje, o labra una granja, cualquier persona que enciende un fuego o monta una cabalgadura, o viaja en barco por el mar, cualquier persona que golpea o mata algo, cualquiera que atrapa a un animal, un ave o un pez, cualquiera que ayuna o hace la guerra en sábado -la persona que haga estas cosas debe morir.» (William Barclay – Comentario al Nuevo Testamento)

No podemos pretender ir más allá de lo que está escrito, Pablo dijo hágase todo decentemente y en orden, y en mayor o en menor medida esos conceptos han ido variando con el tiempo. Cuando George Whitefield comenzó a predicar fuera de los templos oficiales (primeras campañas evangelistas al aire libre), este acto fue considerado indecente por la iglesia a la que él pertenecía. Hasta el mismo John Wesley se asustó al principio:

«El sábado 31 por la tarde llegué a Bristol y allí encontré al Sr. Whitefield. Al principio me fue difícil de aceptar esta extraña manera de predicar en los campos, de lo cual él me dio un ejemplo el domingo. Habiendo sido toda mi vida (hasta hace poco) tan tenaz de cada punto relacionado con la decencia y el orden que hubiera pensado que el salvar almas era casi un pecado si no se hacía en la iglesia.» (Diario de John Wesley)

Dos días más tarde, John Wesley decidió modificar su concepto de decencia y orden y se lanzó a predicar al aire libre él también:

«LUNES, 2 de abril. A las cuatro de la tarde decidí ser más vil y proclamé en los caminos las buenas nuevas de salvación a cerca de 3.000 personas, hablando desde una pequeña ladrillera en un terreno fuera de la ciudad….Me sorprende que haya quienes todavía hablan tan fuerte de la «indecencia» de predicar al aire libre. La mayor indecencia está en la Iglesia de St. Paul, cuando una parte considerable de la congregación se duerme, habla o mira a su alrededor, no importándole una palabra de lo que dice el predicador. Por otro lado, hay la más alta decencia en un cementerio o campo abierto, donde toda la congregación se comporta y luce como si viera al Juez de todos y le oyera hablar desde el cielo.»    (Diario de John Wesley)

En cuanto a decencia creo que el concepto es casi universal hoy en día. El problema surge con el «orden», ¿aplaudir en un culto es desorden? ¿decir «aleluya» es desorden? ¿cuando en las predicaciones de George Whitefield o John Wesley la gente gritaba y caía al suelo sin que nadie las tocase era desorden? ¿cuando en las prédicas de Jonathan Edwards las personas se agarraban a los bancos y gritaban aterrorizadas porque pensaban que caerían al infierno era desorden?  

“En Julio 1741, Jonathan Edwards aceptó la invitación de predicar en el pueblo vecino de Enfield, Connecticut.
Era la cúspide del Gran Avivamiento (1740-42), uno de los más intensos derramamientos del Espíritu de Dios en la historia Americana. El fuego de Dios estaba cayendo por todos lados. A pesar del hecho que él había predicado “Pecadores en Manos de un Dios Airado” a su propia congregación y había tenido poco efecto, se sentía guiado a usarlo otra vez en Enfield.
Sus técnicas no eran impresionantes, siempre leía sus sermones en una voz calmada, pero con gran convicción. Él rechazaba gritar y usar teatralidades. Impresionar a los oyentes con el poder de la verdad y con su desesperada necesidad de Dios era la meta de Edwards.
Ni su estilo o la manera en que predicaba podían ser la causa de lo que pasó ese día en Enfield. Un testigo, Stephen Williams, escribió en su diario: “Fuimos a Enfield a donde conocimos al querido Señor Edwards de Northampton quien predicó un sermón muy estremecedor de los textos, Deuteronomio 32:35, y antes de que el sermón terminara había grandes gemidos y gritos que llenaban toda la casa… “¿Qué haré para ser salvo?” “¡Oh me estoy yendo al infierno!” “¿Qué puedo hacer por Cristo?”, y así sucesivamente. Así que el ministro se vio obligado a parar… ¡si los gritos y los alaridos eran asombrosos!
Williams continúa, “Después de esperar algún tiempo hasta que la congregación estuviese quieta, y así finalmente la oración fue hecha por el Señor W. y después descendimos del púlpito y conversamos con las personas, en varios lugares, el poder asombroso de Dios fue visto, varias almas fueron convertidas esa noche, y ¡Oh cuán alegres y agradables se veían sus rostros!” (William P. Farley. pastor de Grace Christian Fellowship –traducción de Ana G. Mejía)

Leamos otro relato interesante:

«Una joven india, que, según creo, nunca había sabido que tenía alma, ni había pensado en cosa semejante, al oír que había algo extraño entre los indios, vino, según parece, para averiguar la cosa. De camino hacia el poblado se detuvo donde me alojaba, y cuando le dije que en aquel momento tenía intención de ir a predicar a los indios, se puso a reír y pareció burlarse; pero sin embargo, se fue a donde ellos estaban. No había avanzado mucho en mi mensaje público antes de que ella misma sintiera de modo efectivo que tenía alma; y antes de haber concluido mi plática, se sentía redargüida de su pecado y de miseria, y tan afligida en la preocupación por la salvación de su alma, que parecía que la hubieran atravesado con un dardo, y lloraba en alta voz incesantemente. No podía sostenerse de pie ni sentada, y tenían que sujetarla. Después que hubo terminado el servicio público se echo sobre el suelo, orando con fervor, y no hacía caso de nada, ni contestaba a nadie que le hablara. Me acerqué a escuchar lo que decía y noté el contenido de su oración, que era: “Guttummaukaleummeh wechaumeh kmeleh Nolah” esto es: “Ten misericordia de mi, y ayúdame Tú mi corazón”; ella siguió diciendo esto incesantemente durante horas. Este fue verdaderamente un día sorprendente del poder de Dios, y me pareció bastante para convencer a un ateo de la verdad, importancia y poder de la Palabra de Dios.”

¿De quien es el relato que acabamos de leer, nada menos que del admiradísimo David Brainerd, al que hoy tal vez le hubiesen acusado de emocionalismo.

John Wesley respondió a esto:

«¿Qué sabiduría es la que se atreve a reprender a éstos, diciendo que deben permanecer silenciosos? ¡De ningún modo! Dejen que clamen por Jesús de Nazaret hasta que les diga, tu fe te ha salvado.»  (Diario de John Wesley)

El famoso George Whitefield tenía una forma de predicar que hoy día sería rechazada por los mismos que tanto dicen admirarlo, gesticulaba y gritaba de tal manera que al mismo John Wesley le producía asombro:

«DOMINGO 28. Leí las oraciones y el Sr. Whitefield predicó. ¡Qué sabio es Dios en darles diferentes talentos a diferentes predicadores! Aun las pequeñas incongruencias ambos de lenguaje y ademanes fueron un medio de ganar a muchos, quienes no hubieran podido ser alcanzados por un discurso más formal o por una manera más calmada y natural de hablar.»   (Diario de John Wesley)

Leamos otra descripción sobre un famoso predicador:

«…el pelo largo y mal cortado, el gigantesco corbatín de raso negro, el pañuelo azul de grandes puntos blancos, todo esto atrajo más mi atención y me divertía a lo grande…¡así que esta es la famosa elocuencia! No me impresiona para nada. Si dejara de hacer gestos con ese bendito pañuelo, sería bueno…»

¿De quién estaba hablando? de Charles Spurgeon ¿quién era la que lo describió así? Susana Thompson, la que luego se enamoraría y casaría con él.

“Las Escrituras nos relatan revelaciones de la gloria de Dios que tuvieron fuertes efectos corporales en aquellos que las recibieron. Por ejemplo, Daniel: “No quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno” (Daniel 10:8). La reacción del apóstol Juan a una visión de Cristo fue esta: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies” (Apocalipsis 1:17). De nada sirve objetar que estas fueron revelaciones externas y visibles de la gloria de Dios, más bien que espirituales. La gloria externa era una señal de la gloria espiritual de Dios. Daniel y Juan lo habrían entendido así.
La gloria externa no los sobrecogió solo por su esplendor físico, sino precisamente porque era una señal de la infinita gloria espiritual divina. Sería presumir, decir que en nuestros días Dios nunca da a creyentes vistazos espirituales de su belleza y majestad los cuales producen efectos corporales similares.” (Jonathan Edwards)

¿Que pretendo decir con todo esto? primeramente que debemos ser cuidadosos con exigir orden o decencia sin tener en cuenta la cultura, la idiosincrasia y las costumbres del lugar o de la persona en cuestión. Lo que en Suiza puede ser desorden, en un pueblo latinoamericano es simplemente la forma sincera de expresarse. En segundo lugar, creo que si hombres de Dios como Jonathan Edwards, David Brainerd, George Whitefield, John Wesley y otros, experimentaron sucesos extraordinarios y no se escandalizaron, nosotros deberíamos ser humildes y aceptar que puede haber cosas que sobrepasan nuestro entendimiento.  

Ahora bien, lo que ustedes pueden ver en el vídeo que acompaña este artículo creo sinceramente que no es parte de la cultura, o de la idiosincrasia o de la sincera forma de expresar los sentimientos, es sencillamente un show, un circo; la ausencia de poder disimulada con excesos de escenografía.  Pidamos al Señor que nos dé equilibrio, que nos libre del fanatismo o de la intolerancia. Que nuestras iglesias no se parezcan ni a un cementerio ni aun circo, que las luces de neón no sustituyan a la luz del Espíritu; que nuestros altares no se conviertan en un escenario ni nuestros pastores en un showman. 

Filipenses  3:17-19 Hermanos, sed imitadores de mí,  y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.

Gabriel Edgardo LLugdar

 

Acerca de diariosdeavivamientos

Soy Gabriel, seguidor de Cristo. Vivo en Córdoba, Argentina. Amo la Historia de la Iglesia, desde la Patrística hasta nuestros días; y amo a la Iglesia, la militante y la victoriosa, la visible y la invisible, con sus luces y sombras; no soy imparcial, pero intento compartir lo que creo y pienso sin fanatismos ni sectarismos. Bienvenidos a mi blog.
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6 respuestas a Si la Iglesia no es un circo ¿necesitas un pastor o un payaso?

  1. Denis dijo:

    Tambien los bendigo!…no puede ser mejor explicado..solideoglori!

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  2. Mario rolando dijo:

    Muy bien explicado en cuanto al order y desencia en las ministraciones les Bendigo y que nuestro señor jesucristo les continúe llenando de abundante saviduria

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  3. marly dijo:

    los bendigo esta pagina es una gran bendición era lo que buscaba por tanto tiempo aprender muchísimo de la palabra que gran obra la de ustedes que el Señor les bendiga y aumente su sabiduría cada día mas y les enseñe mas de sus tesoros escondidos para que los compartan con todos los que por su misericordia le seguimos por medio de este blog…

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    • Saludos Marly, es un honor para los que hacemos este blog servir al Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia; y también poder ser útiles a hermanos que como usted tienen ese hermoso hambre por las cosas celestiales. Gracias por sus palabras y por acompañarnos en este caminar. Bendiciones para usted y los suyos.

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