La situación de Jerusalén empeoraba cada día, pues los rebeldes se excitaban aún más a causa de las desgracias, y el hambre hacía presa también en ellos después de haberlo hecho en el pueblo. El número de cadáveres que se amontonaban a lo largo de la ciudad presentaba una horrible visión y desprendía un olor pestilente que impedía las incursiones de los combatientes. Pues, en efecto, era preciso que ellos, que avanzaban por un campo de batalla lleno de innumerables muertos, pisotearan sus cuerpos. Sin embargo, pasaban por encima de ellos sin miedo, sin compadecerse y sin tener como un mal augurio para sí mismos el ultraje hecho a los muertos. Con sus manos llenas de sangre de compatriotas salían a luchar contra gente extranjera y, según me parece, echaban en cara a Dios su lentitud en castigar a sus enemigos, pues ahora la guerra no cobraba fuerza por la…
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Gracias a Dios por diarios de avivamientos. Siempre nos bendicen con el material que nos comparten. Los saludamos desde cordoba argentinaEnviado desde mi smartphone Samsung Galaxy.
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Gracias, y también reciban ustedes saludos desde Córdoba, Argentina; porque al parecer somos vecinos! Bendiciones desde la Docta.
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