Santiago Alarcón y su conversión al catolicismo ¿por qué los evangélicos se hacen católicos?

¿Por qué los evangélicos se hacen católicos?

Si hay algo que puede unir a los protestantes y evangélicos fundamentalistas es su odio al catolicismo. Curiosamente, en todo lo que esos evangélicos fundamentalistas conozcan se enfrentarán y se dividirán entre sí sin piedad fraternal, pero a la hora de atacar lo que desconocen se unirán fraternalmente en la amalgama de la ignorancia. Este odio al catolicismo no nos vino del cielo precisamente, tiene su origen en dos focos, uno es la Inglaterra de Enrique VIII (el que se separó de la Iglesia porque no lo dejaban separarse de su esposa), y el otro foco fue el anabaptismo extremo (que en su fanatismo odiaba a todo lo que oliera a católico). Lutero aborrecía al papado de su época pero nunca expresó odio hacia la Iglesia católica, por el contrario, se consideraba parte de la verdadera fe católica.

Pero hoy, pastores y apologistas evangélicos disparan continuamente contra el catolicismo toda su artillería de gomaespuma, argumentos pueriles que solo pueden satisfacer los oídos de los que teniendo pereza de investigar se conforman con el fast food que encuentran en estos púlpitos evangélicos. Que si los católicos creen que son salvos por obras, que si divinizan a María, que si niegan la gracia, que si la intercesión de los santos denigra a Cristo, que si son idólatras por tener una imagen representativa… y una larga lista de argumentos que no resisten el menor análisis serio y concienzudo. El evangélico ignorante es un fanático militante, que al grito de batalla, con la cabeza vacía y la Biblia en la mano, está dispuesto a dar la vida por lo que su pastor dice que la Biblia dice.  Claro está,  esto durará hasta él también se sienta defraudado por su pastor y abandone a su propio ejército, y se busque otro pastor y otra interpretación bíblica.  Lo que nunca te dirán estos pastores es que la culpa de que muchos buenos evangélicos se estén haciendo católicos es de ellos.

Cuando aconteció el boom de las redes sociales algunos tuvieron la falsa percepción de que el calvinismo crecía de una manera exponencial en Latinoamérica, ya que la mayoría de las páginas y blog cristianos eran de esa tendencia doctrinal; esto sumado a que varios ex-pentecostales se convirtieron en agresivos trolls que han manejado sin escrúpulos la maquinaria propagandística del calvinismo. Si bien es cierto que algunos pentecostales, hastiados del evangelio de la prosperidad y de los pseudos apóstoles y profetas, se han pasado a las filas calvinistas, esto no constituye un cambio de paradigma importante. La realidad más compleja es que existe otro éxodo más silencioso y menos visible que está afectando a todas las denominaciones, un fenómeno relativamente nuevo pero que tiene visos de crecer exponencialmente en los próximos años. De la multitud de evangélicos frustrados con la situación actual del protestantismo una gran parte dejan de congregarse, otra porción es seducida hacia las sectas y movimientos heterodoxos, y un tercer grupo está migrando hacia la Iglesia católica. Lo que hasta hace unos años atrás era un acontecimiento impensable hoy es una realidad: evangélicos se están haciendo católicos.

Apologistas y líderes católicos, por su parte, están haciendo un trabajo sistemático en las redes sociales atrayendo la atención por sus conocimientos de historia, filología, teología, filosofía, etc. Por nombrar solo a algunos tenemos al padre Javier Olivera Ravasi, a José Plascencia, a Hugo Delgado, a los sacerdotes del canal la Sacristía de la Vendée, mi hermano Fratello Gabite (uno de los tantos evangélicos que están yéndose), etc. Uno puede coincidir con ellos o no, pero están instruidos y se puede debatir con altura; cuando la mayoría de los que se dicen apologistas evangélicos ni siquiera saben qué creían los primeros cristianos sobre el pan y el vino de la santa Cena.

Lo extraño de este movimiento migratorio hacia el catolicismo es que, en realidad, la Iglesia Católica no ha cambiado visiblemente para bien, es decir, no está experimentando un «avivamiento». El Papa Francisco no se caracteriza precisamente por ser un gran defensor de la ortodoxia como lo fue Ratzinger, más bien coquetea con el progresismo lo cual enerva a más de uno (personalmente lo considero un heterodoxo). Por otro lado, el Sínodo alemán con sus heréticas propuestas amenaza con provocar un cisma peor que el de Lutero. Sin embargo hay algo que atrae al evangélico experimentado, no al creyente nuevo, sino al que ya lleva algunas décadas en el protestantismo. Ese «algo» que ofrece el catolicismo, y que es la gran carencia y lo que no puede ofrecer el mundo evangélico, es «algo» que el protestante sincero comienza a anhelar cada vez más fuerte en su caminar cristiano. Ese «algo» es un punto neurálgico y vital de la eclesiología, pero lamentablemente en el protestantismo la eclesiología es un dogma deficiente.

Dijo el Señor de la Iglesia:

«Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.» (Juan 17:20-21)

Ese «algo» que el protestantismo no puede ofrecer es «unidad», precisamente lo que caracteriza a un cuerpo saludable. De nada sirve que todos los miembros de un brazo estén perfectamente unidos, si a su vez ese brazo no está en perfecta unión con el resto del cuerpo; tampoco sirve de mucho que todos los miembros que componen una pierna estén perfectamente unidos, si la unidad de esa pierna no es perfecta con el resto del cuerpo. Una denominación evangélica o protestante puede jactarse de estar perfectamente en unidad, pero de poco sirve esa unidad sectaria cuando se está en desunión con el resto del Cuerpo de Cristo.

Algunos pastores, conscientes de esta inexplicable desunión, tratan de justificarse diciendo: «es mejor estar divididos por la verdad, que unidos por el error» (como dice mi amigo Gabite es curioso que los solo scriptura utilicen este texto que no está en la scriptura). Tal vez sería mejor reconocer que somos incapaces de mantener la unidad que nos encargó el Señor, en lugar de inventarnos frases altisonantes para evadir nuestra responsabilidad. Estamos divididos porque tenemos una sola Biblia pero cientos de interpretaciones; estamos divididos porque creemos que la Biblia es infalible pero no creemos que la Iglesia (que nos dio la Biblia) sea infalible también para interpretarla. Pésima eclesiología.

El bebé, el niño o el inmaduro en la fe puede ser feliz dentro de las cuatro paredes de su congregación, allí se contenta con su leche espiritual mientras descubre el universo inmediato que lo rodea. Pero a medida que comienza a crecer en la fe, y a tener conciencia de que la iglesia se extiende más allá de los muros de su templo, empiezan a resonar en su mente las inevitables preguntas «¿por qué hay tantas denominaciones protestantes?, ¿por qué cada uno dice tener la verdad y considera al otro como un hereje? ¿por qué no estamos unidos?» Ante estos sinceros planteamientos solo encontrará excusas sectarias «es mejor estar divididos por la verdad, que unidos por el error». San Agustín decía que lo mejor era permanecer unidos aunque no estemos de acuerdo, porque estando unidos es más fácil llegar en algún momento a la verdad. Quien no ama la unidad no ama la verdad.

Ese «algo» lo ofrece sin complejos la Iglesia Católica, que con sus luces y sombras permanece unida a través de los siglos (al menos desde el siglo XI), nos guste o no es una realidad. Nosotros los protestantes no podemos decir lo mismo, nos dividimos sistemáticamente. Calvinistas, arminianos, molinistas, wesleyanos y luteranos, luego paidobautistas o credobautistas, supralapsarianos o infralapsarianos, generales o particulares, continuistas o cesacionistas, dispensacionalistas o amilenearistas… Todos afirmando que tienen la  correcta interpretación de la Biblia y que el equivocado es el otro (ese otro al cual es mejor evitar y mantenernos lo más lejos posible para conservar «la verdad»… nuestra «verdad»).

No conozco personalmente al apologista Santiago Alarcón, ni siquiera lo he seguido en sus redes sociales, pero me parece que es uno de los muchos que peregrinan en busca de ese «algo» que el mundo evangélico no puede ofrecer. Después de su conversión al catolicismo he leído sobre él los peores y denigrantes insultos: que si lo hace por dinero, que si es un bipolar, que si es un falso, que si es un idiota… es más fácil insultar que reconocer que estamos fracasando en mantener una Iglesia unida, una Iglesia que sea más inclusiva y no tan excluyente. Algunos me escriben diciendo que no llame hermanos a los coptos porque son herejes, que no llame hermanos a los católicos porque son herejes, que los arminianos son herejes, que los pentecostales son herejes… ¡al diablo con vuestros sectarismos y aires de superioridad! Llamaré hermano a quien yo quiera, prefiero equivocarme por llamarle hermano a alguno que equivocarme por no llamarlo así.

No soy ecuménico con las religiones no cristianas, pero al católico lo llamaré mi hermano aunque esto le desagrade a los pastores sectarios. Si esos pastores dejaran de actuar como señores feudales tal vez la iglesia evangélica no se dividiría tanto. Miles de evangélicos ya no se congregan, no han perdido la fe pero han perdido la visión de Iglesia, sintiéndose frustrados ante tanta división y tanto exclusivismo; algunos de ellos están considerando la unidad e inclusión que brinda la Iglesia Católica, me consta que no son pocos. El que se escandalice por eso más le valdría escandalizarse por la desunión y el sectarismo que impera en el mundo evangélico.

Artículo de Gabriel Edgardo Llugdar para Diarios de Avivamientos 2022

Acerca de diariosdeavivamientos

Soy Gabriel, seguidor de Cristo. Vivo en Córdoba, Argentina. Amo la Historia de la Iglesia, desde la Patrística hasta nuestros días; y amo a la Iglesia, la militante y la victoriosa, la visible y la invisible, con sus luces y sombras; no soy imparcial, pero intento compartir lo que creo y pienso sin fanatismos ni sectarismos. Bienvenidos a mi blog.
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5 respuestas a Santiago Alarcón y su conversión al catolicismo ¿por qué los evangélicos se hacen católicos?

  1. Ulises Garcia Ponce dijo:

    Muy buena informacion mas sobre el tema de sobre naturan de Jesus

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  2. Gabriel dijo:

    Bueno hermano, yo soy evangélico por más de 20 años y no odio a los católicos Romanos como usted dice y conozco a cientos de evangélicos que tampoco tienen ese sentimiento, no sé si los católicos podrán decir lo mismo, que Santiago se hizo católico por la unidad no es verdad, el dijo que se fue por los milagros eucarísticos y eso se le respeta.

    Usted mismo en esta página tiene un estudio sobre el purgatorio y las indulgencias donde repudia y comprueba que tales enseñanzas no son compatibles con la Biblia, pero ahora usted mismo dice que todas las acusaciones de herejías de muchas de las enseñanzas católicas no resisten al análisis serio, pero usted ya ha condenado en el pasado algunas.

    Aparte parece al mencionar los canales de apologistas romanos que usted mismo está a favor de sus enseñanzas y en contra de los protestantes, si usted ya está o va camino a Roma es problema suyo y también se le respeta, pero por favor no trate de tapar el sol con una mano, los católicos Romanos si creen en un evangelio de obras, si adoran imágenes y lo permiten, si creen él el purgatorio y a pesar que con nuestros impuestos son beneficiados con templos, luz, agua, etc, no mueven un dedo para salir de sus templos e ir a buscar las ovejas perdidas de este mundo, gracias a Dios por la iglesia evangélica y por los hombres y mujeres humildes que Dios ha levantado y salvado después de la reforma.

    Hay muchos evangélicos resentidos que ya no se congregan como Santiago y buscan un lugar donde se les presente otro evangelio, otro Jesús y otro Espíritu como dijera Pablo, oro que a usted amado hermano no le pase lo mismo.

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    • Saludos Gabriel. Bien, es necesario para el buen ejercicio de un debate basado en un artículo armarse de dos cosas, la primera es el desapasionamiento (no caer en fanatismos), la segunda es comprensión lectora. En primer lugar usted me dice que «yo soy evangélico por más de 20 años y no odio a los católicos Romanos como usted dice». Me encantaría que me dijese en dónde afirmo yo que usted o los evangélicos «odian a los católicos», porque yo no encuentro eso en ninguna parte de mi escrito. Dije, sí, que a los evangélicos los une el odio «al catolicismo»,¡eso es muy diferente! Yo odio al marxismo pero no odio a los marxistas, odio el aborto pero no odio a los abortistas, hay una gran diferencia entre una cosa y la otra. En mis casi 40 años de evangélico sí he visto y experimentado el odio hacia el catolicismo, sobre todo en el pentecostalismo. Dice usted también: » que Santiago se hizo católico por la unidad no es verdad», no recuerdo haber dicho eso, lo que sí dije es «me parece que es uno de los muchos que peregrinan en busca de ese «algo» que el mundo evangélico no puede ofrecer», los milagros eucarísticos fueron el punto determinante que lo llevaron a no dilatar más la decisión, pero en todos sus videos anteriores se nota que hay un proceso de búsqueda más amplio que meramente la Eucaristía, pero yo no afirmé nada, dije «me parece» . También dice usted «parece al mencionar los canales de apologistas romanos que usted mismo está a favor de sus enseñanzas y en contra de los protestantes», bien, ni estoy en contra de las enseñanzas de los apologistas «romanos», ni estoy en contra de los protestantes (bueno, de algunos protestantes sí estoy muy en contra, porque encuentro más herejías entre los protestantes que entre los católicos, por ejemplo decir que «Cristo no murió por todos»). Que yo condené en el pasado las enseñanzas católicas, sí, muchas veces escribí y prediqué en contra (con odio, no con conocimiento), pero mi propósito al estudiar es la evolución del pensamiento, así como Heráclito decía que «ningún hombre puede bañarse dos veces en un mismo río» (porque cambia el hombre y cambia el río continuamente) así sucede cuando uno investiga y no se queda estancado en la comodidad de repetir lo que a su vez otro repitió, gracias a Dios que no pienso lo mismo que hace 10 años atrás. También afirma usted «no trate de tapar el sol con una mano, los católicos Romanos si creen en un evangelio de obras» ¿Usted leyó alguna vez el Catecismo de la Iglesia Católica? ¿Sabe usted que el Catecismo enseña que la salvación no es por obras sino por gracia? ¿Sabía usted que fue la Iglesia Católica la que condenó el pelagianismo, y más específicamente la Iglesia Católica Romana la que condenó el semi-pelagianismo? No fue ningún protestante el que estableció que la salvación es completamente por gracia, eso ya existía en la Iglesia, puede usted leer los decretos del Sínodo de Arlés, del Concilio de Orange, establecidos siglos antes de que Lutero se tomara una cerveza. Claro que el catolicismo rechaza la imputación forense y enseña que el que persevere hasta el fin ese será salvo (alguien importante dijo esa frase). También puede usted leer la epístola de Santiago (esa «epístola de paja» como la llamaba Lutero) y mire si la gracia no está conformada por fe y obras. También afirma usted que los católicos «si adoran imágenes y lo permiten», pues no estimado, ni adoran imágenes ni lo permiten, está condenada por la Iglesia Católica la adoración de imágenes ¿lo sabía?, lo único que le está permitido adorar a un católico es la eucaristía porque es «verdaderamente el cuerpo, alma, sangre y divinidad de Jesucristo». Así que como dije en mi escrito las supuestas «herejías católicas» no resisten un análisis serio, podría estar horas mostrándole lo que los cristianos primitivos o post-apostólicos creían sobre la sola scriptura, la sola fide, la Eucaristía, el bautismo, la justificación inicial, la salvación progresiva, la apostasía… pero no quiero aburrirlo, además usted dice «gracias a Dios por la iglesia evangélica y por los hombres y mujeres humildes que Dios ha levantado y salvado después de la reforma»; yo doy gracias a Dios por la Iglesia Católica que por quince siglos antes de algún supuesto reformador ya había preservado el evangelio.

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    • Hermano, con toda humildad te digo que al leerte veo que desconoces la doctrina católica y podría refutar cada una de la cosas que dices: como lo que afirmas sobre lo de las obras (no puede pretender estar en gracia con una fe que no e demuestra con obras), lo de la imágenes (no se adoran, sino se veneran), el purgatorio (está plenamente demostrado en la escritura – ver parábola del rico y el pobre Lázaro), o que en la inmensa mayoría de los países del mundo en donde se profesa la fe Católica ya sea por la mayoría o la minoría poblacional, no tiene absolutamente nada que ver, ni mucho menos es subsidiada por ningún Estado, es más, incluso es perseguida por éste en algunos países, y es financieramente independiente.
      Pero en donde resbalaste más feo por el desconocimiento, es cuando dijiste que no sale por las ovejas descarriadas. Igualmente con humildad te digo que ninguna institución en el mundo (ni siquiera la Cruz Roja o la ONU), en toda la historia, ha hecho tantas obras (congruente con lo que enseña ¿viste?) a tanta gente pobre, huérfanos, ancianos, fundando escuelas, colaborando con la Ciencia (a que no sabes que existe la Academia Pontificia de las Ciencias, a la que han pertenecido grandes personalidades de la comunidad científica, hayan sido católicos, o no, e incluso ateos, y casi todos ellos ganadores de Premios Nobel o de excelente reputación), y han aportado mucho al conocimiento y a las artes. Ninguna otra congregación o iglesia cristiana o n o cristiana ha tenido tantos misioneros por todo el mundo como la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana. Y todo ello con fondos propios, sobre todo en siglos recientes, aunque por supuesto durante toda su historia sí muchas veces fueron apoyados por Reyes o personas de la nobleza. Todo eso es parte de la historia de la Iglesia.

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