Los evangélicos y el Papa de Roma

«Ahora bien, someterse al Romano Pontífice, lo declaramos, lo decimos, definimos y pronunciamos como de toda necesidad de salvación, para toda criatura humana» [Papa Bonifacio VIII, Bula Unam sanctam, 18 de noviembre de 1302»

Mat 16:18-19 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»[1]

Ya sea que interpretemos que la piedra es Cristo, Pedro, o la confesión de Pedro, lo cierto es que aquí las llaves del Reino de los Cielos es entregada al apóstol; y con esas llaves abrirá las puertas de salvación a los judíos con su predicación en el día de Pentecostés, y a los gentiles con su predicación en la casa de Cornelio. El Señor nada dice de que esas «llaves» pasarían luego a manos de algún sucesor de Pedro, y si así fuera ¿a cuál sucesor deberían serle entregadas?, ¿a uno por sobre el resto, o a todos? Los católicos romanos aseguran que esas llaves le corresponden al obispo de Roma, ¿por qué?, porque es el sucesor de Pedro, ¿con qué fundamento el obispo de Roma es el sucesor exclusivo de Pedro?, ninguno. Pedro ejerció su apostolado en Jerusalén, en Samaria, en Cesarea, en Jope, en Antioquía, etc., ¿por qué no podrían reclamar, los obispos establecidos en esos lugares por el mismo apóstol, ser sus auténticos sucesores también? Los apologetas romanistas no tienen respuesta a esto; ellos siempre tratarán de centrar la discusión en que si Pedro es la roca de Mateo 16:18. Bien, concedámosles ese punto, afirmemos que el apóstol es la piedra sobre la cual Cristo edificaría su Iglesia, esto estaría en conformidad con:

Efesios 2:20  «edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo»[2]

¿Y cuál es ese cimiento?

1Corintios 3:11 «Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo[3]

Sea cual sea la interpretación que pretendas darle ella siempre nos llevará a Cristo, por lo tanto no perderemos tiempo discutiendo obviedades, nos centraremos en aquello que los apologistas católicos romanos no pueden responder: ¿por qué el obispo de Roma, y no otro, es el sucesor de Pedro? Veamos qué opina de esto la Iglesia Ortodoxa:

«Esos versículos demasiado conocidos del Evangelio son de suma importancia dogmática, puesto que en ellos Roma, que se considera heredera apostólica de Pedro, fundamenta lo que considera su superioridad jurídica, la de Pedro sobre los demás apóstoles, la de ella sobre la Iglesia universal, así como la constitución monárquica de la Iglesia cristiana. ¿Qué dicen los ortodoxos? Los padres griegos, los teólogos bizantinos, la liturgia oriental subrayan el primado de Pedro entre los apóstoles; pero los bizantinos señalan que el poder de las llaves fue confiado a todos los apóstoles, que Juan, Santiago, pero especialmente Pablo, son también corifeos; para ellos el primado de Pedro no es un poder, sino la expresión de una fe y de una vocación comunes. […] Pero ¿qué? ¿El Papa no será el sucesor de Pedro? Lo es, pero como obispo. Pedro es apóstol y el corifeo de los apóstoles, pero el Papa no es ni apóstol (los apóstoles no han ordenado otros apóstoles), ni muchos menos corifeo de los apóstoles. Pedro es el instructor del universo; en cuanto al Papa, es el obispo de Roma. Pedro pudo ordenar un obispo en Antioquía, otro en Alejandría, otro en otra parte, pero el obispo de Roma no lo hace […] Pedro ordena al obispo de Roma, mientras que el Papa no nombra a su sucesor»   [Meyer, Jean. La Gran Controversia. Las Iglesias Católica y Ortodoxa de los orígenes hasta nuestros días. Editorial TusQuets Editores, p.81-82]

El apóstol Pedro no nombró a ningún sucesor especial, a ninguno a quien dejarle «el poder de las llaves». ¿Tienen los apologetas romanistas algún texto bíblico que demuestre lo contrario? Todos los obispos fueron sucesores de los apóstoles en igual grado; y posteriormente se le concedió relevancia a los cinco patriarcados: Roma, Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Jerusalén. De entre esta pentarquía los dos obispos principales eran el romano y el constantinopolitano, ¿por qué?

«Los patriarcas se apoyan sobre la práctica inaugurada a la hora de la conversión de Constantino: el rango de los obispados en la jerarquía corresponde al rango civil de su ciudad; al cambiar el rango civil lo hace el rango eclesiástico; por esa razón Constantinopla, como capital del Imperio de Oriente, como nueva Roma, es también sede de patriarcado. El mismo razonamiento explica la importancia de Roma y su carácter histórico, es decir, no eterno.» [Meyer, Jean. La Gran Controversia. Las Iglesias Católica y Ortodoxa de los orígenes hasta nuestros días. Editorial TusQuets Editores, p.85]

Uno se preguntaría ¿por qué Constantinopla tiene mayor importancia que sedes apostólicas más antiguas como Jerusalén o Antioquía?, simplemente porque por influencia de Constantino la jerarquía del obispo se corresponde con la jerarquía de la ciudad; y como Roma y Constantinopla eran capitales del imperio sus obispos gozaban de un estatus preferencial (en cuanto a honor no en lo relativo a autoridad). Recordemos que anteriormente, con la destrucción de Jerusalén en el año 70 (y hasta la fundación de Constantinopla) la iglesia de Roma se levantó como columna en la cristiandad, como custodia de la doctrina y apoyo para las demás iglesias, y todos le reconocieron esa preeminencia en el amor. Por ello el obispo de Roma será considerado por los demás obispos como primo inter pares (primero entre iguales):

«El concepto de la Iglesia como ícono de la Trinidad tiene muchas otras aplicaciones. ‘La unidad en diversidad’ – así como cada persona de la Trinidad es autónoma, la Iglesia está compuesta de unas cuantas Iglesias autocéfalas; así como las tres personas de la Trinidad son iguales, en la Iglesia ningún obispo puede pretender al poder absoluto sobre los demás; no obstante, así como en la Trinidad el Padre goza de preeminencia como fuente y manantial de la divinidad, en la Iglesia el Papa es ‘primero entre iguales’.» [Kallistos, Ware (Obispo). La Iglesia Ortodoxa. Ed. Ángela, p. 217]

Pero lamentablemente los obispos romanos no se conformaron con ser primeros entre iguales, quisieron ser únicos sobre todos, y esa pretensión infundada ha sido la causa de los grandes cismas de la Iglesia:

«Para los romanos, el principio unificador de la Iglesia es el Papa, cuya jurisdicción se extiende sobre todo el cuerpo; en cambio los ortodoxos no creen que ningún obispo disponga de semejante jurisdicción universal. En tal caso, ¿qué es lo que une a la Iglesia? Los ortodoxos responden, que el acto de la comunión en los sacramentos. La teología ortodoxa de la Iglesia es ante todo una teología de la comunión. Cada Iglesia local, como ya lo dijo Ignacio de Antioquía, es constituida por la congregación de los fieles, reunidos alrededor de su obispo y celebrando la Eucaristía; la Iglesia universal está constituida por la comunión mutua de los que dirigen las Iglesias locales, es decir los obispos. La unidad no se mantiene desde fuera por un Sumo Pontífice, sino que se alienta desde dentro en la celebración de la Eucaristía. La Iglesia no es una institución de estructura monárquica, centrada en un solo jerarca; es colegial, compuesta por la comunión recíproca de los numerosos jerarcas, y de cada jerarca con los miembros de su rebaño. El acto de comunión, por lo tanto, es el criterio de asociación a la Iglesia.»  [Kallistos, Ware (Obispo). La Iglesia Ortodoxa. Ed. Ángela, p. 222]

Los católicos romanos consideran a la Iglesia como una estructura monárquica, y quien no esté sujeto al Papa (cabeza visible de esa estructura piramidal y jerárquica) está fuera de la Iglesia. Los católicos ortodoxos rechazan esa pretensión y se niegan a someterse al absolutismo papal. Mientras tanto, los católicos evangélicos y protestantes también nos negamos a reconocer ese fantasioso sistema de gobierno que no tiene ningún sustento bíblico o histórico. Si los apologetas romanistas creen que nosotros somos herejes porque rechazamos el absolutismo papal, que miren hacia la iglesia Ortodoxa (de raíces apostólicas) y vean cómo ellos también consideran absurda la pretensión del obispo de Roma. No somos nosotros el problema, queridos apologistas, son ustedes con su insistente papolatría.

¿Qué dice la Biblia?

Gálatas 2:1, 9 «Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito… y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos»

Este solo texto ya desbarata toda pretensión de supremacía petrina, pues no dice que Cefas (Pedro) sea el principal o el obispo de obispos; ni siquiera es nombrado en primer lugar, simplemente era una de las columnas de la Iglesia. Pero desde Roma nos siguen insistiendo en que si Pedro era la roca sobre la cual Cristo edificó la Iglesia, el Papa también lo es. Y es que el obispo de Roma, cuando habla ex cathedra, puede proclamar nuevos dogmas de creencia obligatoria para todos los fieles. Por ejemplo, hay mucha presión de parte de los marianistas para que se proclame el dogma de María Corredentora; hasta ahora ha habido reticencia de parte de los papas para proclamar este absurdo dogma que de ser oficializado significaría la mariolatría en su máxima expresión, y lo peor de todo, cerraría definitivamente la puerta a un mayor acercamiento con ortodoxos y evangélicos. La Iglesia es bimilenaria, entonces, ¿después de dos mil años de edificación pretenden los romanistas seguir poniendo cimientos o fundamentos? 

Los Patriarcas Ortodoxos, en el año 1848, enviaron una carta al Papa Pío IX donde le decían: «En nuestra comunidad, ni los Patriarcas ni los Concilios jamás podrían introducir nuevas enseñanzas, ya que el guardián de la religión es el mismo cuerpo de la Iglesia, es decir, el mismo pueblo.» Pero el obispo de Roma insiste en que después de casi dos mil años se puede seguir colocando cimientos a la Iglesia. En el Concilio Vaticano I (año 1870) se declararon dos nuevos dogmas papistas: el Primado del romano pontífice sobre la iglesia universal y la Infalibilidad papal.

Leamos lo que decretó el Vaticano I:

«A nadie a la verdad es dudoso, antes bien, a todos los siglos es notorio que el santo y beatísimo Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia católica, recibió las llaves del reino de manos de nuestro Señor Jesucristo, Salvador y Redentor del género humano; y, hasta el tiempo presente y siempre, «sigue viviendo» y preside y «ejerce el juicio» en sus sucesores, los obispos de la santa Sede Romana, por él fundada y por su sangre consagrada. De donde se sigue que quienquiera sucede a Pedro en esta cátedra, ese, según la institución de Cristo mismo, obtiene el primado de Pedro sobre la Iglesia universal.»   [Concilio Vaticano I. Cuarta sesión, 18 de julio de 1870: Primera Constitución dogmática “Pastor aeternus” sobre la Iglesia de Cristo. Cap. II. Dezinger Hünermann 3056-3057]

Verdaderamente es un disparate afirmar «de donde se sigue que quienquiera sucede a Pedro en esta cátedra, ese, según la institución de Cristo mismo, obtiene el primado de Pedro sobre la Iglesia universal». Es obsceno y perverso afirmar que Cristo instituyó la supremacía papal, cuando la realidad es que surgió de la desmedida ambición de los obispos romanos, más preocupados por imponer su autoridad que su ejemplo de vida; y que además fue un dogma muy resistido tanto por los ortodoxos como por los conciliaristas.  Y como si esto no les bastase, tuvieron el descaro de maldecir a los que no acepten dicho dogma:

«Si alguno, pues, dijere que no es de institución de Cristo mismo, es decir, de derecho divino, que el bienaventurado Pedro tenga perpetuos sucesores en el primado sobre la Iglesia universal; o que el Romano Pontífice no es sucesor del bienaventurado Pedro en el mismo primado, sea anatema.»  [Concilio Vaticano I. Cuarta sesión, 18 de julio de 1870: Primera Constitución dogmática “Pastor aeternus” sobre la Iglesia de Cristo. Cap. II. Dezinger Hünermann 3058]

Que nos muestren los apologistas católicos romanos en qué textos bíblicos sustentan el dogma de la primacía del obispo de Roma sobre la iglesia universal. Que nos enseñen mediante las Escrituras dónde Pedro dejó como su sucesor al obispo romano. Si son doctrinas tan importantes algún fundamento escritural deben tener. Si según ellos Cristo mismo instituyó que los sucesores de Pedro gobernasen desde Roma a toda la Iglesia ¿por qué la iglesia Ortodoxa, que tiene iguales raíces apostólicas, considera una aberración esa doctrina y no reconoce la supremacía del Papa? ¿Por qué los otros patriarcados y los Padres de la Iglesia reconocieron siempre al obispo de Roma como primero entre iguales y no como obispo de obispos? Los apologistas católicos responderán que no hay ningún texto bíblico que afirme o insinúe que el obispo de Roma es el único sucesor de Pedro, pero que en la patrística hay suficiente evidencia. La realidad es que no la hay (por eso la iglesia Ortodoxa no cree en dicho dogma), solamente manipulando textos aislados de los Padres de la Iglesia pueden pretender convencernos. En otro capítulo ampliaremos este tema.

¿Para qué sirve un Papa?

Tengo en mis manos un libro que me acaba de llegar, es del sacerdote católico de la diócesis primada de Toledo, Gabriel Calvo Zarraute, quien es Licenciado en Estudios Eclesiásticos, Diplomado en Magisterio, Licenciado en Teología Fundamental, Licenciado en Historia de la Iglesia, Licenciado en Derecho Canónico, y tiene un Grado en Filosofía. Y resume perfectamente el estado del papado en la actualidad:

«Bergoglio desafía todas las reglas del sentido común, y con su reiterado desprecio hacia Nuestro Señor Jesucristo cada día parece más difícil no considerarlo un títere en manos de la masonería globalista de la agenda 2030. Solo resta preguntarse si su actitud se debe: a) a su profunda indigencia mental; b) a una severa psicopatía; c) a un programa previamente establecido. Aunque las tres no sean excluyentes. Sin embargo, esa no es la fe católica. Según el catolicismo, el papa y los obispos se encuentran al servicio de la fe: son siervos de los siervos de Dios, y no monarcas absolutos capaces de edulcorar o descafeinar la fe, mutándola al servicio de un nuevo orden mundial, de una religión mundialista, globalista y ecléctica sin nuestro Señor Jesucristo. Como pastores abusan de su autoridad y potestad sagradas utilizándolas para el fin contrario al que nuestro Señor Jesucristo otorgó al instituir la sagrada jerarquía en la Iglesia. Corruptio optimi pessima, sentenciaban los romanos: la corrupción de los mejores es la peor de todas. Shakespeare, más poético, lo glosaría en sus sonetos: Pues se agrían ellas solas las cosas de mayor dulzor / peor que la mala hierba huele el lirio que se marchitó.» [De Roma a Berlín. La protestantización de la Iglesia Católica. Volúmen I. Ed. Homo Legens, p. 30-31]

Los evangélicos no nos sometemos al Papa por las siguientes razones:

  • Su oficio no tiene base bíblica
  • Su pretensión de gobierno universal nunca fue aceptado por la Iglesia en su conjunto
  • El obispo de Roma siempre fue considerado primo inter pares
  • Su obsesión por el poder siempre ha sido causa de cismas
  • No aceptamos la imposición de nuevos dogmas basados en su infalibilidad
  • El papado vive su peor momento ocupando la cathedra de Pedro el heterodoxo Francisco
  • El papado no tiene ninguna utilidad más allá de las luchas internas por el poder

Artículo de Gabriel Edgardo Llugdar para Diarios de Avivamientos y Diarios de la Iglesia

[1] Biblia de Jerusalén 1976

[2] Ídem

[3] Ídem

Acerca de diariosdeavivamientos

Soy Gabriel, seguidor de Cristo. Vivo en Córdoba, Argentina. Amo la Historia de la Iglesia, desde la Patrística hasta nuestros días; y amo a la Iglesia, la militante y la victoriosa, la visible y la invisible, con sus luces y sombras; no soy imparcial, pero intento compartir lo que creo y pienso sin fanatismos ni sectarismos. Bienvenidos a mi blog.
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Una respuesta a Los evangélicos y el Papa de Roma

  1. Pastor Sergio dijo:

    Vergüenza debería de dar al Vaticano pedir que todos se sometan al papa después de la negra historia que hay detrás del catolicismo cómo la sodomía que ha existido y existe en el clero, la inquisición, las cruzadas, la riqueza del clero, las indulgencias, etc.es terrible lo que ha pasado en el Vaticano como para que el papa pida algo imposible, Dios bendiga al pueblo cristiano que vive conforme a la palabra de Dios y no en base a costumbres, tradiciones, reliquias e idolatría.

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